lunes, 2 de febrero de 2009

Estaba pensando…

…que un amigo hace pronto 30 palos. Así como lo veo yo, esa es la edad de los matrimonios, los hijos, las hipotecas y las chaquetas de pana los domingos. Cuando estaba en el colegio a los treintañeros no sólo los tenía como a hombres hechos y derechos, si no también como a viejos. O lo que es casi peor, como padres. Y ahora que lo tengo a la vuelta de la esquina ya me he acostumbrado a ver las barrigas y las calvas crecer como si de una planta se tratara, estación a estación, año a año.

Me pregunto si cuando haya visto 30 Sanjuanadas tendré alguna conversación como la que mantuve un poco después de cumplir los 20. Quedé con un amigo en un bar que daba a la playa para tomar unas cervezas y nos hicimos algunas preguntas: “¿Tú que piensas que va a pasar ahora que somos veinteañeros? ¿Crees que follaremos espontáneamente, sin compromisos? ¿Nos dejarán en paz nuestros padres? ¿Podremos pegarnos los viajes que queramos sin necesidad de pedir permiso ni dinero a nadie?” Yo contestaba que sí con mucho entusiasmo y optimismo. A fin de cuentas estábamos entrando en lo que todos los adultos calificaban como la mejor parte de la vida. Me imaginaba a mi mismo escapándome de noche con el coche a un pueblo de la costa y acudiendo a fiestas en la playa. La verdad es que al final sólo lo de los viajes llegó a cumplirse ya que las relaciones sexuales fueron esporádicas más que espontáneas y los padres no entienden de años para decirte qué hay y qué no hay que hacer. Tanto les da amonestarte por no haber hecho los deberes que por hacerte un seguro a terceros en lugar de uno a todo riesgo. La cuestión es opinar sobre tu vida.

Pero quizás el cambio que más tema sea el de los planes. El pasar de irte el fin de semana con Juan a las fiestas de Zarauz a irte a la boda de Juan a Zarauz. Además, éstas bodas se solaparán casi imperceptiblemente, y como consecuencia, con los bautizos. Por lo que la respuesta sobre los planes del fin de semana que solías recibir de un amigo pasará de: “el viernes tengo un quinito de clase. El sábado partido de fútbol y luego a salir a machete y el domingo toca pasar la resaca” por un “el viernes a descansar, que estoy descojonado del curro semanal. El sábado tengo que ir a elegir un regalo para la boda de Rodrigo y por la noche la boda de Ricardo. Dependiendo del alcohol que me sirvan el sábado, iré o no al bautizo del hijo de Diego.”

Este cambio de planes es ya imparable y sucesivo como lo es para mi abuela el de los funerales. Lo cual me hace pensar en el paso del tiempo y en que todos estamos abocados a ser testigos de él. Y mejor que siga así, porque siempre es mejor ver un funeral desde la barrera que estar en el tendido.

Espero no verme nunca en una salita estrecha tomando té con mis amigas, como hace mi tía abuela, temblando ante la trágica noticia. Un martes cualquiera una está haciendo punto, la otra lleva dos minutos pensando en cómo rellenará el silencio de la frase que ha dejado a medias y la última está mascando un polvorón que no acaba de tragar, cuando una llamada de teléfono inesperada les saca del estupor. Se miran unas a otras temiendo coger el teléfono hasta que la dueña de la casa se decide a hacerlo, no sin antes haberlo dejado sonar cinco estridentes veces. “Ya, ya. Entiendo. Muchas gracias por avisar.” Los ojos marchitos de párpados caídos en festones, rojizos y húmedos por la emoción, miran expectantes a los de la anfitriona quien impertérrita anuncia. “Josefa ha muerto.” Y cuelga el teléfono con un golpe seco y agudo. Después las manos siguen con el punto y la mirada pasará de una a otra preguntándose quién será la siguiente. No obstante, tras la tristeza inicial, cada una se dirá para si, disimulando la sonrisa. “Pues ya tengo la semana hecha. Entre el funeral, el entierro y las misas de salida ya tengo plan para toda la semana.”

Así que ahora que mi amigo cumple 30 años es posible que nos hagamos preguntas sobre el nuevo decenio: “¿Seremos capaces de no acabar hasta las narices del matrimonio? ¿Conseguiremos estar satisfechos con el trabajo? ¿Escaparemos de las fauces de la Hipoteca? ¿Dejaremos de salir o nos haremos alcohólicos?” Dejo al lector la opción de imaginarse el tono y el contenido de mis respuestas así como el cumplimiento de las previsiones

1 comentario:

  1. Grande Jimmy! Grande!
    Muy bueno el párrafo y conclusión de tu tía abuela!!
    Buen trabajo again!!
    Vet

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