miércoles, 1 de abril de 2009

Pasantías en Ibiza

Era el verano de mis veintidós primaveras.
Había conseguido unas prácticas en el despacho de un conocido abogado de Ibiza. Un lunes me anunció que se iba de cacería por dos semanas. Yo estaba encantado. Había conocido a una encantadora mulata y me había hecho amigo de los guardas de seguridad de varias discotecas. Fue un tiempo increíble. Íbamos a cenar al restaurante de un tipo que debía un favor al abogado, salíamos a las tantas y acabábamos vegetando en el sofá cama del despacho, en caso de que alguien llamara.
Una semana después se convocó una huelga de transportistas. Todos los hoteles, restaurantes y supermercados de la ciudad acudieron al despacho para interponer demandas. De la noche a la mañana me ví hundido en legajos que apenas entendía. La cagué una, dos e infinitas veces hasta que una mañana sonó el teléfono.
-Estás muerto pichón, dijo

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